Hace muchos, muchos años, existían en Valladolid 2 pizzerías famosas, una de las cuales ya ha desaparecido. Y entonces en una nueva zona de la ciudad apareció este maravilloso restaurante. Un lugar donde se podía degustar una auténtica comida italiana más allá de las pizzas a las que estábamos acostumbrados. Hoy, después de muchas vicisitudes sigue impertérrito ofreciendo una amplia cocina italiana donde hay comida de todo tipo: carpaccio, antipasti, pasta, carne, pescado, y por supuesto pizzas.
La entrada del local no le hace justicia, por fuera parece casi una nave industrial, pero al entrar, la luz tenue, lo amplio del local, los cuidados materiales, y la preciosa decoración, hacen de él un sitio donde te encuentras como en casa.
Cuando te sientas te ponen el servicio de pan, con el pan y unos grissini y nata agria para ir abriendo boca. En esta ocasión para empezar pedimos un risotto, unos raviolis, y unos gnocci, de segundo una pizza para compartir de bacon. 
Los risotti (plural de risotto en italiano) tienen que ser cremosos, tan cremosos, que cuando tu echas un montón en tu plato tienen que tender a esparcirse como lava. Y no hacen falta tropezones como en las paellas de nuestra patria, porque el secreto de un risotto está en el caldo, y al meter todo el caldo en el grano, cada grano debe de saber un montón. Pues bien, este risotto estaba pastoso en lugar de meloso, y no se si por el tipo de arroz, o por el modo de hacerlo, sabía solo al almidon del arroz. En fin para un amante de los risottos como yo, una auténtica decepción. La pasta de los ñoquis (gnocci) estaba demasiado blanda y la salsa demasiado grasa. Y por último, los ravioli si bien estaban sabrosos estaban mas al diente de lo que me gusta.
La pizza sin embargo, es una de las mejores que he probado, la masa fina y crujiente, pero no seca como en otros sitios, y el relleno bastante abundante. Una pizza jugosa y muy rica.
De postre, tiramisú y helados. Estaban a la altura, el tiramisú no era ese pastel excesivamente dulce de otros sitios y los helados estaban muy buenos.
En este local merece la pena hacer mención del apartado licores. Aparte de la grappa y el amareto, yo no puedo evitar pedir un licor de nuez llamado Nocello, es uno de los destilados que más me gustan.
Hasta aquí una experiencia memorable y adecuada, salvo el fallo del arroz. Pero todo el castillo se desbarata cuando llega la cuenta y haces cuentas y sales casi a 40 euros por persona. Vale que pedimos lambrusco y licores, pero no tomamos ni dos platos, sino uno y un tercio de pizza. Indudablemente el local es precioso, el servicio atento y correcto, pero la comida no justifica ese precio. Es un restaurante italiano normal, pero en sus precios va de exclusivo. Por ello debido a su poco equilibrio calidad precio, para mi es una y no más.