LoGourmet

No es la primera vez que he visitado este local, y las anteriores veces han sido siempre incursiones en experiencias que suponían un reto para los sentidos, tanto por las atrevidas combinaciones en la ejecución de los platos como por la excelente calidad de sus materias primas. Esta vez, al objeto de refrescar la experiencia, así como para aprovechar y hacer fotos para la crítica, decidí reservar en el restaurante.

Nada mas entrar, se ve una barra de cortesía donde que da paso inmediatamente a un comedor amplio, con las mesas elegantemente ataviadas, y con una luz que da amplitud y calidez a la estancia.

Lo primero que nos sorprendió es que estábamos solos en el comedor, algo que nunca nos había pasado en ocasiones anteriores. Enseguida fuimos atendidos por un camarero atento y muy amable que nos acompañó a una mesa, y nos trajo las cartas. 

En la carta daban la posibilidad de probar medias raciones, lo cual nos daba la oportunidad de probar mas platos, por lo que elegimos varios medios entrantes. Empezamos con una ensalada de bonito, un calamar laminado, y un guiso de patatinas. La ensalada estaba muy buena, el pimiento muy dulce, el bonito era grande y jugoso y la ración amplia, una buena ensalada para empezar. El calamar, era un plato bien concebido, el problema con los cefalópodos es que o los haces poquito, o te toca hacerlos mucho para que se vuelvan a ablandar. Este calamar de sabor estaba muy bueno pero estaba duro, sin duda por haberlo dejado demasiado al fuego. Por último el guiso de patatinas estaba estupendo de sabor, las patatas quizá un poco demasiado hechas pero en general un plato correctamente ejecutado.

De segundo, pedimos un arroz con bogavante, y un pitu de caleya (pollo de caserío). El bogavante volvió a la cocina, porque, por estar demasiado rato al fuego, se había concentrado la sal y no había quien se lo comiese, y el pollo si bien estaba delicioso de sabor, por la misma razón que el bogavante, estaba seco. En sustitución del bogavante, cuando ya mi esposa se había terminado el pollo, me trajeron un mero que por las prisas tampoco vino en su punto. 

Y eso que estábamos total, completa, y absolutamente solos en el restaurante. No se si por la crisis, porque no esperaban a nadie, porque estaban demasiado ociosos por sólo estar nosotros, o porque razón, pero el caso es que un equipo de cocina y un camarero no supieron atender correctamente una única mesa. No quiero imaginar que puede pasar cuando el restaurante esté lleno. 

El precio mas de 40 euros por persona, lo cual no está justificado en la calidad de la comida.

Eso sí, el camarero fue atento y profesional en todo momento. Durante toda la velada estuvo pendiente de que no faltase pan o agua, no teníamos ni que pedirlo. Encajó las críticas con profesionalidad y entereza y nos pidió mil disculpas por los errores, y nos pidió que no cerrásemos las puertas a volver.

Voy a ser benévolo porque las veces anteriores fue excelente, incluso rozando lo sublime, y por ello voy a dejarlo en correcto. Incluso, solo por la atención del camarero es un local a considerar. Por ello, dejo abierta la puerta a una nueva revisión mas adelante, sin embargo aviso a los que vayan  que lo hagan con cautela y sin la esperanza de encontrar el paraíso gastronómico que fue en un pasado. Si os lo encontráis fenomenal, pero si no es así... yo ya os avisé.